El Cangrejo idealista

Un joven cangrejo pensó: «¿Por qué en mi familia todos caminan para atrás? Quiero aprender a caminar hacia adelante como las ranas, y que se me caiga la cola si no lo consigo.»
Comenzó a ejercitarse a escondidas, entre as piedras del riachuelo natal, y los primeros días de la empresa le costaba mucha fatiga. Tropezaba en todas partes, se machucaba la coraza y se pisaba una pata contra la otra.
Pero un poco cada vez, las cosas iban mejorando, porque todo se puede aprender, si se requiere. Cuando ya estaba bien seguro de sí, se presentó ante su familia y dijo:
-Presten atención.
E hizo una magnifica carrera hacia adelante
-Hijo mío –rompió en llanto la madre–, ¿te has vuelto loco? Vuelve en tus cabales, camina como tu padre y tu madre te han enseñado, camina como tus hermanos que te quieren mucho.
Sus hermanos reían a carcajadas. El padre lo miró severamente por un rato, después dijo:
–¡Basta! Si quieres quedarte con nosotros, camina como los otros cangrejos. Si quieres hacer como tú quieres, el arroyuelo es grande: márchate y no vuelvas más.
El buen cangrejo quería mucho a los suyos, pero estaba demasiado seguro de que estaba en lo correcto para tener dudas: abrazo a la madre, saludó al padre y a sus hermanos y se fue por el mundo.
Su paso produjo en seguida la admiración de un grupo de ranas que, como buenas comadres se habían reunido a charlar alrededor de una hoja de ninfa.
–El mundo camina al revés –dijo una–, miren aquel cangrejo y no me den la razón, si pueden.
–Ya no hay respeto –dijo otra rana.
–Vaya, vaya –dijo una tercera.
Pero el cangrejito siguió derecho por su camino. En cierto punto, se dio cuenta de que lo llamaba un viejo cangrejo que estaba solitario junto a una piedra.
–Buenos días –dijo el joven cangrejo.
El viejo cangrejo lo observo un largo rato, después dijo:
–¿Qué crees que haces? También yo, cuando era joven, pensaba en enseñar a los cangrejos a caminar hacia adelante. Y he aquí lo que he conseguido: vivo solo y la gente se mordería la lengua antes de dirigirme la palabra. Mientras estas a tiempo, hazme caso: resígnate a ser como los otros y un día me darás las gracias.
El joven cangrejo no sabía que responder y se calló. Pero pensaba: «Tengo razón». Y saludando gentilmente al viejo, emprendió su camino.
¿Llegara muy lejos? ¿Hará fortuna? ¿Enderezará todas las cosas torcidas de este mundo? Nosotros no lo sabemos, porque él está todavía caminando con el coraje y la decisión del primer día. Solo podemos desearle con todo el corazón: ¡Que tenga un buen viaje!
Gianni Rodari
Moraleja:
No desistas en la consecución de tus metas, a pesar de que todo parezca ir en contra tuya.
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